Ivan Illich sobre la «sociedad del conocimiento» en 1973

«Colocado en contacto con miles de sistemas, colocado en sus terminales, el hombre de las ciudades sabe servirse del teléfono y de la televisión, pero no sabe cómo funcionan. La adquisición espontánea del saber está confinada a los mecanismos de ajuste a un confort masificado. El hombre de las ciudades cada vez tiene menos posibilidad de hacer las cosas a su antojo. Hacer la corte, la comida y el amor se convierten en materia docente. Desviado por y hacia la educación, el equilibrio del saber se degrada. La gente aprende lo que se le ha enseñado, pero ya no sabe por sí misma. Siente la necesidad de ser educada. El saber es pues un bien, y como todo bien puesto en el mercado, está sujeto a la escasez. Ocultar la naturaleza de esta escasez, es la función bastante costosa de una educación multiforme. La educación es la preparación programada para la ‘vida activa’, a través de la ingurgitación (engullir, tragar) de instrucciones masivas y estandarizadas, producidas por la escuela.

Pero la educación es también la ramificación continua sobre el flujo de las informaciones mediatizadas sobre lo que pasa: es el ‘mensaje’ de cada bien manufacturado. A veces el mensaje está escrito sobre el envoltorio, se lee por fuerza. Si el producto es más elaborado, su forma, su color, las asociaciones provocadas, dictan al usuario la forma de empleo. Particularmente, la educación es permanente, como medicina de temporada, para el administrador, el policía y el obrero calificado, periódicamente sobrepasados por las innovaciones de su ramo. Cuando la gente se agota y debe volver sin cesar a los bancos de la escuela para recibir un baño de saber y seguridad, cuando el analista debe ser reprogramado para cada nueva generación de computadores, es que la educación realmente es un bien sujeto a la escasez. Es entonces cuando la educación se convierte en la cuestión, más candente para la sociedad y, al mismo tiempo, la más mistificante. En todas partes, la tasa de crecimiento del costo de la formación es superior a la del producto global. Hay dos interpretaciones posibles.

Para una, la educación es un medio de alcanzar esos fines económicos. Desde este punto de vista la inversión del saber del hombre se requiere por la necesidad de elevar la productividad. La disparidad en las tasas de crecimiento del sector terciario terapéutico significa que la producción global se acerca al asíntoma. Para detener el peligro, es necesario encontrar el medio de aumentar la relación costo/beneficio dentro de la ortopedia pedagógica. Las escuelas serán las primeras afectadas en el proceso de racionalización de los mecanismos de capitalización del saber. En mi opinión esto es una lástima. Por destructora e ineficaz que sea la escuela, dado su carácter tradicional, asegura un mínimo de defensa al niño. Los institutores transformados en ‘educadores’ y liberados de los obstáculos inherentes al sistema escolar, podrían revelarse como ‘condicionadores’ horriblemente eficaces.

El punto de partida de la segunda interpretación es opuesto: el sector terciario, sin que se le pueda asimilar sólo a la educación, es el producto social más precioso del crecimiento industrial. En ese sentido, la declinación de la utilidad marginal de la educación no podrá justificar una limitación en su producción. Al contrario, la sustitución de la demanda de bienes por la demanda de servicios, marca a la vez la transición de una sociedad hacia una economía estable y un alza en la ‘calidad de la vida’. Nueve sobre diez de las proposiciones adelantadas sobre lo que será el año 2000 describen, en su último capitulo, la felicidad como una avalancha de consumo terciario.

Estas dos interpretaciones desvían, ambas, el equilibrio del saber: concurren en el desarrollo de las técnicas de manipulación educativa y hacen abortar toda curiosidad personal. Considerar la educación como medio de producción o como producto de lujo viene a ser lo mismo, desde el momento en que es demandada. En los dos casos, el equilibrio del saber es desviado en favor de más enseñanza. Las dos posiciones descansan sobre el mismo postulado con un carácter de fatalidad: el mundo moderno es de tal manera artificial, alienado, hermético, que sobrepasa el alcance de cualquier mortal y no puede ser conocido más que por los grandes iniciados y sus discípulos.»

Ivan Illich, La convivencialidad, Barcelona, Barral, 1973 (hay una reedición reciente en Editorial Virus)

1 comentario en “Ivan Illich sobre la «sociedad del conocimiento» en 1973

  1. «Cada vez me interesé más en analizar no tanto aquello que las herramientas hacen sino lo que ellas le dicen a la sociedad y por qué la sociedad acepta lo que ellas dicen como una certidumbre. Por tanto, si te digo que actualmente me intereso en un comentario en ese texto del siglo XII, mi principal propósito al hacerlo es para señalar que hemos llegado a vivir en una sociedad donde el efecto más importante que tienen nuestros principales sistemas instrumentales es moldear nuestra visión de la realidad y generar en nosotros un conjunto de certidumbres». CONVERSACIONES CON IVAN ILLICH, DE DAVID CAYLEY (ENCLAVE DE LIBROS).

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